Hola me llamo Angélica, tengo 36 años y recientemente mi cuerpo y yo tuvimos una plática seria, aunque eso fue mas bien un monólogo…
Él decidió que era momento de un plot twist y me lanzó el reto de enfrentar una enfermedad autoinmune. Yo, que pensaba que lo más complicado en mi vida era recordar si apagué la estufa, ahora tengo que lidiar con tratamientos, medicamentos y una montaña rusa de síntomas que no estaban en el guion.
Lo confieso: he tenido días oscuros, de miedo, de incertidumbre, de decir “¿por qué a mí?”… pero también he descubierto que mi fuerza y el amor de mi familia y amigos es más grande que mi diagnóstico.
Lloro, sí, pero también me río y procuro que sea mucho por indicaciones del médico ;P. A veces de mí misma, de lo irónico que es que mi sistema inmunológico haya decidido confundirme con una amenaza. (Spoiler: ¡no lo soy!)
Me encanta la vida. Me aferré a ella con uñas, dientes una vez cuando estaba llegando al mundo y ahora lo vuelvo a hacer y aunque este camino es difícil, no estoy dispuesta a rendirme.
Hoy, más que nunca, necesito ayuda. Los tratamientos y medicamentos que necesito no son accesibles, y aunque me gusta hacerme la fuerte (para muestra una enfermedad auto inmune), también estoy aprendiendo a pedir y a recibir con humildad y gratitud.
Si puedes donar, estarás siendo parte de esta historia: la de una mujer testaruda, valiente y risueña que se rehúsa a dejar de brillar nomás para honrar su segundo nombre (Citlalli).
Gracias por leerme, por compartir, por acompañarme. No tengo capa, pero créeme: soy una guerrera.
Con amor (y unas risas entre lágrimas),
Angie